22 de març 2010

Marie-Monique Robin: «Lo 'light' lleva aspártamo, un veneno»

En el 2008 desenmascaró en el documental 'El mundo según Monsanto' a la
multinacional de las semillas transgénicas. Sigue investigando lo que
comemos y aún está más alarmada.

Marie-Monique Robin. Foto: CARLOS MONTAÑÉS
Marie-Monique Robin. Foto: CARLOS MONTAÑÉS

NÚRIA NAVARRO (EL PERIODICO DE CATALUNYA)
Le obsesiona lo que comemos, entre otras cosas porque es hija de
campesinos de Gourgé, un pueblo cercano a Poitiers (Francia), pero
también porque tiene tres hijas a las que no quiere «envenenar». Con una
cincuentena de reportajes en su expediente, entre los más reconocidos
figura el documental sobre Monsanto, producido por la cadena Arte, que
esta semana se volvió a proyectar en el Institut Francès de Barcelona.
(Península ha editado la versión libro).
*–No se ha demostrado que los transgénicos sean nocivos.
*–No se ha podido. El doctor Arped Pusztai, del Instituto Rowett, de
Aberdeen, descubrió que las ratas alimentadas con patata transgénica
desarrollaron defectos en el sistema inmunológico. ¡Desmantelaron el
laboratorio! Pasó algo parecido con Manuela Malatesta, en Italia, que
estudiaba la soja transgénica.

*–Su demonizado Monsanto sí ha hecho estudios.*
–Son estudios realizados durante tres meses, un plazo adecuado para
valorar la toxicidad aguda. Pero para medir la toxicidad crónica hay que
emplear al menos dos años de trabajo y 10 millones de euros. Aun así,
Europa está en contra de los transgénicos, excepto España.

*–¿Por qué España es diferente?
*–Cómo decirlo para no ofender...

*–Suéltelo sin más.*
–España se encuentra en una situación similar a la de Francia hace 30
años, cuando llegó la llamada /revolución verde/. La modernidad para
ustedes es importante, y creen que es moderno el uso de transgénicos.

*–Estamos atrasados, vaya.*
–Digamos que la preocupación medioambiental que sacude Francia y
Alemania no ha llegado aquí. Ahora trabajo en la relación entre la
exposición a productos químicos que entran en la cadena alimentaria
(herbicidas, pesticidas, plásticos, aditivos) y el cáncer, la
esterilidad, el párkinson, la obesidad... ¡Está totalmente confirmada! Y
España es el país con más cáncer de testículos asociado a los pesticidas.

*–Visto el panorama, ¿qué no se lleva usted a la boca?*
–Una cola /light/, por ejemplo. En toda la comida /light,/ desde los
yogures al chicle sin azúcar, hay aspártamo, que es un auténtico veneno.
Se ha demostrado que en animales provoca leucemia y tumores cerebrales.

*–Más hallazgos para no dormir.*
–Hay que evitar envases que contengan bisfenol A, una hormona sintética
que se inyecta en el plástico para endurecerlo. Su uso es frecuente en
biberones, botellas de agua, fiambreras, en el interior de las latas de
maíz... ¡Dentro de un año se hablará mucho de esta molécula! Es un
perturbador endocrino peligroso, en especial para las embarazadas.

*–¿Cómo de peligroso?*
–Los residuos de la hormona sintética atraviesan la placenta –que no es
la barrera inexpugnable que creíamos– y el feto las absorbe. Durante la
formación de los órganos, la hormona sintética usurpa el lugar de las
naturales, y activa el crecimiento, pero mal. De modo que el niño nace
bien, pero a la larga sufre cáncer, obesidad, diabetes. Y están también
los herbicidas...

*–No sé si preguntarle más.*
–Unos 80.000 productos químicos fueron puestos en el mercado tras la
segunda guerra mundial. En España, el franquismo funcionó como barrera
protectora; pero el resto de países abrazó con alegría la vida moderna.
No fue hasta finales de los 50 cuando toxicólogos de la OMS empezaron a
estudiar aditivos y pesticidas y trazaron el código alimentario.

*–La dosis hace al veneno.
*–Eso dijo Paracelso en el siglo XVI, y en función de esta premisa se
trazó la reglamentación de químicos. Pero ahora sabemos que las hormonas
sintéticas actúan a un nivel que nunca se había testado. Puede ser que
con uno no pase nada y con una milésima resulte letal. Además, de los
80.000 químicos solo se ha estudiado un 8%. Los toxicólogos deben
trabajar en otro paradigma.

*–Y mientras tanto, ¿qué hacemos?*
–Repensarlo todo. El 90% de las enfermedades crónicas están ligadas al
medioambiente y al estilo de vida tóxico que llevamos. El director de la
Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de Lyón dice que
en los últimos 20 años se ha duplicado el cáncer. En la India no hay
casi cánceres, porque no comen basura, no consumen en plástico, no usan
pesticidas (excepto Punjab).

*–Seamos positivos. ¿Qué comemos?
*–¡Solo orgánico!

*–¿No será todo esto un pasatiempo de ricos? ¿Un sustituto ideológico?
*–Hay demasiados datos científicos que demuestran lo que digo.

*–Lo orgánico es más caro.*
–Nunca se calcula el precio real de la agricultura intensiva. El equipo
es caro, el suelo muere a base de fertilizantes, y luego están las
semillas, el transporte, el impacto en el medioambiente. Desde hace poco
el Banque Agricole, reacio a todo esto, apuesta fuerte por los
agricultores orgánicos. Mire, usted y yo estamos acabadas, pero no hay
que hipotecar a las generaciones futuras.

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